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Vivo dentro de una lavadora.

Vivo dentro de una lavadora.

Esa sensación de que cada día que pasa es algo que está programado y que tú no lo controlas.

La rueda del hámster.

Tienes varias poses pero interiormente sientes que te estás mintiendo.

Lo sé porque a mi también me pasa.

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LETRA

Soy un calcetín,

sudado.

Espiral,

mi vida es una espiral.

Estoy en un sótano borroso

con un ventanuco diminuto.

El gorgoteo de las cañerías oxidadas

y ese zumbido que me anestesia.

Qué jodida es la sensación

de dar vueltas y vueltas.

Espera,

que insuflan detergente

con olor artificial 

como la luz de la bombilla

que ensombra el cuartucho

que me cerca.

El caso es rasearnos

a todos

y uniformar los juicios

camuflados de colores.

Sigo,

que me pierde

el rechinar

de los contrapesos desgastados

de la rotación constante.

¡Gira! ¡Gira!

Al final,

toalla o hamster,

la rueda es la rueda,

y yo soy sujeto, animal o cosa.

Me topo con una camiseta

puño en alto,

la revolución tornó en frase ingeniosa

de quién nada pierde.

La arrogancia de la ropa limpia,

el barro esclarece

frente al suavizante,

insolente.

Y entretanto,

me enredo en el reloj

y busco pareja,

calceta remendada

y desteñida a ser posible

que es donde

me siento en casa.

Me saluda la camisa hawaiana,

vacaciones programadas

tanga incluso

picante y ostentoso

evasiones de saldo

y siempre un retorno

menesteroso.

A través del ojo de buey,

empañado por la espuma

efímera y mentirosa

vislumbro, desamparados,

una bufanda y unos mitones

como en un cuento de Dickens,

como en Oliver Twist.

No hay tiempo de filantropía

más allá del retrato

porque sigo

Enganchado

al botón de centrifugado

exprimo el vértigo

de lo inmediato.

En el otro extremo

el aire, el sol

pausados.

¿Cuantos ciclos productivos

fagocito a diario?

El tirano codicioso

que me habita

y me susurra 

que no soy suficiente.

Fin de lavado.